
Para empezar a pensar un modelo regulatorio de las nuevas tecnologías que garantice la protección de los datos de los ciudadanos, y con ello la soberanía nacional, Aritz Recalde y Luciana Contissa cuestionan el mito de la supuesta horizontalidad y libertad de Internet y deslizan algunas perspectivas. La urgencia –más que la importancia– de promover acciones y normas de carácter regional que contemplen la soberanía y defensa nacionales de los países de la región.
Por Aritz Recalde y Luciana Contissa
Internet es uno de los instrumentos de producción y de divulgación cultural más importante de la historia humana. Quien lo administre tendrá una herramienta política fundamental del orden geopolítico internacional.
Tal cual lo denunció en 2013 Edward Snowden, las agencias públicas norteamericanas en acuerdo con las corporaciones privadas que proveen de Internet reúnen, ordenan y utilizan la información de las personas y de los gobernantes. Las nuevas tecnologías son el medio para implementar el sistema de espionaje, manipulación y de control más efectivo que haya existido.
Internet y la economía
Internet y sus aplicaciones son un recurso fundamental para el desarrollo productivo de los países. Desde allí se movilizan las finanzas, se instalan consumos, marcas y tendencias en la población, y se pone en juego la posibilidad de alcanzar la independencia económica.
La administración de las nuevas tecnologías conforma un importante negocio. Los proveedores de Internet en el país se integran en monopolios de telecomunicación y un grupo reducido de corporaciones administran esta y otras actividades como la televisión por suscripción y la telefonía. En Argentina los tubos, cables, fibra óptica, routers y centros de datos, son controlados por las mismas empresas que proveen servicios de telecomunicaciones. El mercado tiene tres compañías protagonistas: Cablevisión (Grupo Clarín), Speedy (Telefónica) y Arnet (Telecom). Telecom y Cablevisión se fusionaron en el gobierno de Mauricio Macri.
La conexión de Argentina con Internet depende, casi en su totalidad, de tres cables submarinos que convergen en la localidad de Las Toninas. El despliegue de la infraestructura está en manos de un puñado de corporaciones privadas nacionales y multinacionales.
Internet: orden público y defensa nacional
Internet recibe, ordena y utiliza información de los individuos y es por eso que se pone en juego su privacidad, su libertad y su seguridad. Las corporaciones manipulan los datos registrados en los buscadores como Google o Yahoo, las georeferencias de los GPS de los celulares, la información de los chats y las llamadas telefónicas. Utilizan también la inmensa masa de datos que circulan en las redes sociales.
Internet ha contribuido a que la información y los bienes culturales circulen superando limitantes de distancias, costos y formatos y cumple una función central en la construcción de la identidad colectiva de la comunidad nacional.
Potencialmente, a partir de Internet se pueden desprestigiar regímenes políticos, debilitar gobiernos y movilizar a la opinión pública. De la misma manera que se logra a partir de los medios tradicionales, pero con un alcance superior y con mucho menor costo.
La regulación y el manejo de las nuevas tecnologías conforman un tema central de la defensa nacional y ningún Estado soberano puede dejar su desenvolvimiento en manos de la imprevisión. Geopolíticamente hablando, Internet tiene la fuerza de un ejército de millones de hombres que no se detienen en las fronteras y que ingresan a combatir en todos los rincones.
La no regulación beneficia a las corporaciones
La idea de “Gobernanza de Internet” se trató en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información organizada por las Naciones Unidas. La gobernanza supone que los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil aplican una serie de principios o procedimientos generales para la utilización de Internet, garantizando así su libre desarrollo y evolución. Sin embargo, las reglas de esa gobernanza fueron establecidas inicialmente por los Estados Unidos cuando decidieron privatizar y comercializar Internet.
Existen espacios de discusión —como el Foro Mundial para la Gobernanza de Internet— que promueven principios rectores para guiar su funcionamiento, pero allí no se toman decisiones sobre su administración.
El crecimiento acelerado y la actualización permanente de la tecnología dificultaron el necesario y estratégico debate acerca de la necesaria regulación de Internet. Asimismo, en el caso argentino y sudamericano la dependencia con los Estados Unidos trajo aparejada la asimilación de su ideología. Las corporaciones norteamericanas difunden el mito de la supuesta horizontalidad y libertad del sistema, que justifica su actual funcionamiento.